miércoles, 30 de octubre de 2013

Naukas Bilbao 2013: El huevo y la niña


Pocas conferencias en los últimos tiempos me han emocionado tanto como ésta que dio José Manuel López Nicolás, el gran @ScientiaJMLN, el pasado mes de septiembre en Bilbao durante el mayor evento de divulgación científica del año, Naukas 2013

La charla, en una primera aproximación, trata de la tesis doctoral que Jose realizó hace un par de décadas y cuya idea se aplica ahora en otra área completamente distinta con prometedores resultados. En concreto, una investigación que en su momento perseguía conseguir alimentos bajos en colesterol se está utilizando para intentar frenar una extraña enfermedad llamada Niemann-Pick tipo C que padece una niña murciana llamada Natalia, gracias a la lucha y el coraje de su madre.

Todos estos ingredientes, que ya de por sí tienen mucha miga, se convierten en las manos de Jose en algo único y especial. La charla es un canto a la investigación básica frente a la investigación aplicada ("la investigación aplicada jamás podría originarse sin investigación básica"). Una oda al trabajo multidisciplinar, que es "absolutamente fundamental". Una crítica a los tiempos que corren ("Ramón y Cajal se revolvería en su tumba si supiese lo que están haciendo con los contratos que llevan su nombre") no exenta de autocrítica ("hay cosas que los científicos no hemos hecho bien"). Todo ello salpicado por un puñado de frases demoledoras ("en ciencia no se invierte, en ciencia se gasta", "sólo existe un tipo de investigación, buena o mala", entre otras).

Una historia estremecedora con un final esperanzador, contado por una persona tan comprometida con la causa (en general, con cualquier causa que considere justa), que es capaz de hacer 2.000 kilómetros para documentarse y conocer, de primera mano, los detalles del tratamiento.

Enhorabuena, Jose. Y mucho ánimo a Natalia, a sus padres y a toda la familia.


martes, 22 de octubre de 2013

Caroline Herschel, la mujer que descubrió 560 estrellas

(Esta entrada se publicó primero en el número 5 de la revista Buk Magazin, que salió el pasado mes de septiembre y que puedes leer íntegramente online.)

Caroline Herschel, 1750-1848 (fuente)

El destino de Caroline Herschel parecía ya escrito al poco de nacer, el 16 de marzo de 1750, en la ciudad alemana de Hannover. Un ataque de viruela con solo tres años y otro de tifus a los diez frenaron su crecimiento y la dejaron marcada físicamente. Sin apenas posibilidades de casarse, su madre, una mujer rígida y severa, la educó para dedicarse a las labores del hogar y cuidar de sus hermanos. ¿Acaso una mujer como ella podía aspirar a otra cosa?

Por suerte, el padre de Caroline, músico de profesión, no pensaba lo mismo. Se las arregló para darle a su hija clases de música y enseñarle a leer el cielo nocturno, a escondidas de la madre. El tiempo acabaría dándole la razón.

Fue en 1772 cuando la suerte de Caroline empezó a cambiar. Su hermano William, un destacado organista y director de orquesta en la ciudad inglesa de Bath, le invitó a vivir con ella. Caroline no lo dudó y emigró a las Islas, escapando al fin del yugo materno.

William Herschel, 1738-1822 (fuente)

Justo por aquella época, William empezó a interesarse por la astronomía, una afición que fue creciendo con el tiempo. Durante el día se ganaba la vida como músico. Pero al caer la tarde dejaba de lado su profesión y se entregaba a su nueva pasión. Y todo ello con la inestimable ayuda de Caroline, tanto en las observaciones nocturnas como en la construcción del telescopio que usaba.

Y entonces, en 1782, la vida de los dos hermanos Herschel dio un vuelco. William descubrió un nuevo planeta, Urano, y el rey Jorge III, en agradecimiento, le nombró Astrónomo Real, con un salario de 200 libras al año. A partir de ese momento los dos hermanos abandonaron sus respectivas ocupaciones y se dedicaron por completo al estudio del firmamento. William era, sin duda, quien llevaba la voz cantante, pues manejaba los instrumentos y miraba por el telescopio. Pero la que preparaba las observaciones a diario, la que acumulaba los datos y realizaba los cálculos matemáticos era Caroline.

William y Caroline, trabajando codo con codo (fuente)

En 1786, Caroline tenía ya un pequeño observatorio de su propiedad, y podía mirar por el telescopio sin esperar a que su hermano estuviera de viaje. Ese mismo año encontró su primer cometa y, durante los años siguientes, descubrió otros siete más, así como otros muchos objetos celestes, tales como nebulosas, galaxias y cúmulos de estrellas. Incluso añadió 560 estrellas al famoso catálogo “Índice de observaciones de estrellas fijas”, realizado por el astrónomo británico John Flamsteed a principios del siglo XVIII.

A pesar de los prejuicios de la época hacia las mujeres, la reputación de Caroline fue creciendo y en la última parte de su vida se sucedieron los reconocimientos. En 1828 recibió la medalla de oro de la Royal Astronomical Society y, siete años más tarde, fue nombrada miembro honorario de esta sociedad. En 1838 fue nombrada miembro honorario de la Academia Real de Irlanda y en 1846 el rey Federico-Guillermo IV de Prusia le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia.

La anciana Caroline (fuente)

Murió el 9 de enero de 1848, cuando contaba con 97 años. En su tumba se puede leer el epitafio que la propia Caroline escribió: “Los ojos de ella, en la gloria, están vueltos hacia los cielos estrellados”.


lunes, 14 de octubre de 2013

Reseñas HdC: Por amor a la física

(Esta entrada se publicó primero en Hablando de Ciencia el pasado 5 de octubre)

Por amor a la física
Autor: Walter Lewin
Nº de páginas: 320 págs.
Editorial: DEBATE
Colección: Debate
Lengua: ESPAÑOL
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788499920610
Año edición: 2012
Plaza de edición: BARCELONA

Sinopsis
Durante más de treinta años como profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Lewin perfeccionó su peculiar arte de enseñar y de hacer de la física algo accesible y divertido. En sus cursos, siempre prácticos, ha llegado a colocar su cabeza delante de un martillo demoledor o a aplicarse una sobrecarga de trescientos mil voltios para explicar conceptos básicos a sus estudiantes. En Por amor a la física, Lewin responde a preguntas curiosas: ¿Es posible que seamos más bajos estando de pie que estando tumbados? ¿Por qué los colores del arcoíris siempre están ordenados del mismo modo? ¿Sería posible tocar alguno con la mano? Lewin acompaña a los lectores en un viaje maravilloso abriendo nuestros ojos ante la increíble belleza y el poder con el que la física puede revelarnos los mecanismos ocultos del mundo que nos rodea. «Para mí», escribe Lewin, «la física es una forma de ver lo espectacular y lo mundano, lo inmenso y lo diminuto, como un bonito y emocionante conjunto de interrelaciones», «sumerjo a las personas en su propio mundo, el mundo en el que viven y con el que están familiarizadas pero que todavía no abordan como físicos.»

A estas alturas, seguramente ya habrás escuchado hablar de él. Incluso es posible que hayas visto alguna de sus espectaculares puestas en escena en clase, en las que se balancea a lomos de un péndulo gigante para demostrar que su periodo es independiente de la masa o se juega la cara delante de una bola de demolición de 15 kilos, confiando en el principio de conservación de la energía. Se llama Walter Lewin, es profesor emérito en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde ha dado clases durante más de tres décadas, y desde hace unos años se ha convertido en un fenómeno en internet, gracias a los millones de visitas que tienen los vídeos de sus clases.

Nacido en 1936 en Holanda, Walter Lewin estudió física nuclear en la Escuela Técnica de Delft, consiguiendosu doctorado en 1965. Ese mismo año recibió una invitación para trabajar en el MIT y seis meses después ya le habían ofrecido un puesto de profesor. Nunca más se marchó. Gracias a su peculiar forma de enseñanza, fue uno de los primeros profesores elegidos para colgar sus clases online y ponerlas al alcance de cualquiera. 

Cuando uno ve a Lewin en acción durante las clases, se podría pensar que es el típico ejemplo del científico excéntrico…y es posible que así sea. Tiene una impresionante colección de broches, pulseras y collares. En la corbata lleva un reloj diseñado con la esfera al revés que le permite ver la hora sólo con mirar hacia abajo. Y siempre va con dos polarizadores en los bolsillos para comprobar si cualquier fuente de luz está polarizada o no. Pero por encima de todo, es una persona que se ha dedicado en cuerpo y alma a la física; el entusiasmo y la pasión que todavía transmite hoy son difíciles de igualar. Por eso, este libro no se podía llamar de otra manera, “Por amor a la física”.

Como las dos caras de una misma moneda, “Por amor a la física” se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas es un compendio de física general, en el que Lewin resume muchas de las lecciones que dio en sus cursos del MIT. Esto incluye desde electricidad y magnetismo hasta las leyes de Newton de la dinámica, pasando por ondas e incluso algunas dosis de astronomía. Si no estás familiarizado con ello, no te asustes. Todo está explicado de una forma muy clara y sencilla, acompañado además por ejemplos de fenómenos habituales, sacados directamente del mundo que nos rodea. Si alguna vez te has preguntado por qué el cielo es azul y las nubes son blancas, cuál es el principio por el que vuelan los aviones o cómo funciona una caja de resonancia, aquí encontrarás la respuesta. Mención especial merece el capítulo entero dedicado al arco iris, que es una auténtica delicia. La verdad es que uno siente cierta envidia sana por no haber tenido un profesor como Lewin (al menos yo no he tenido esa suerte). Aunque también hay que admitir que esta forma de dar clases es difícil de exportar a nuestro sistema educativo. Primero porque no todas las universidades cuentan con los medios del MIT. Y luego parece difícil que, dedicándose con tanto esmero a cada tema, Lewin sea capaz de cumplir con el temario, que ya de por sí está apretado.

En la segunda parte, Lewin se mete en su papel de investigador y hace un recorrido por la historia de la astronomía de rayos X, campo que estudia la emisión de este tipo de radiación por parte de los objetos celestes, y en el que él mismo ha sido uno de los pioneros. Se trata, en principio, de una materia bastante más árida, donde aparecen supernovas, estrellas de neutrones y agujeros negros. Pero de nuevo, Lewin hace gala de su talento para la divulgación y consigue explicar estos conceptos de forma que cualquiera pueda entenderlos. Además, resulta fascinante conocer de primera mano las investigaciones punteras en un campo completamente nuevo –la astronomía de rayos X sólo tiene medio siglo de vida. Me ha encantado, por ejemplo, toda la parte relacionada con los lanzamientos de los globos. Como los rayos X son absorbidos por la atmósfera, los instrumentos para captarlos deben estar a gran altitud. En la actualidad, los observatorios se instalan en satélites, pero durante buena parte de la carrera de Lewin, tuvo que usar globos o cohetes. Como el propio Lewin reconoce, era una investigación más artesanal y romántica, lo que le da un toque de aventura a la narración.

Si tuviese que destacar algo de la lectura de este libro es que me ha ayudado a recordar una cosa que ya tenía olvidada. La física no sólo sirve para preguntarse por el origen del Universo, la naturaleza de los agujeros negros o la existencia del bosón de Higgs. Ahora mismo, a nuestro alrededor, hay multitud de fenómenos que tienen una explicación física sencilla, y que cualquiera puede comprender con unas pocas nociones básicas. Como les decía el propio Lewin a sus alumnos en su última clase de cada curso “la física nos rodea por todos lados, en todo momento, y puede ser muy emocionante y hermosa, si somos capaces de aprender a verla y a apreciar su belleza”.


miércoles, 9 de octubre de 2013

El Premio Nobel de Física 2013, para Peter Higgs y François Englert

Peter Higgs, a la derecha, y François Englert,a la izquierda

En esta ocasión se cumplieron los pronósticos y el Premio Nobel de Física 2013 fue a parar al físico escocés Peter Higgs y al físico belga François Englert “por el descubrimiento teórico del mecanismo que contribuye a nuestra comprensión del origen de la masa de las partículas subatómicas”. En otras palabras, Higgs y Englert son reconocidos por predecir, hace casi medio siglo, la existencia del hoy llamado bosón de Higgs.

Posible desintegración de un bosón de Higgs en dos fotones,
observado en el CMS (CERN/CMS)

Sin duda, ambos científicos pueden estar muy agradecidos al CERN y sus experimentos ATLAS y CMS del Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Después de décadas de infatigable búsqueda, en la que han intervenido miles de investigadores de decenas de países, este esfuerzo colectivo culminó el pasado 4 de julio de 2012. Fue entonces cuando los portavoces de ambos experimentos, Fabiola Gianotti y Joe Incandela, anunciaron el descubrimiento de una nueva partícula con una masa de entre 125 y 126 GeV, compatible con el ansiado bosón de Higgs.

Resultados del CMS para el canal de dos fotones. La pequeña prominencia
es el bosón de Higgs (CERN/CMS) 

Desde entonces, todos los datos publicados por el CERN apuntan a que la nueva partícula se comporta como predice el modelo estándar, la teoría que describe el comportamiento de las partículas elementales –los componentes más pequeños y fundamentales del Universo- y sus interacciones. Esa nueva partícula, por tanto, es el bosón de Higgs.

Resumen de las interacciones de las partículas del modelo estándar (fuente)

Aunque en realidad habría que llamarlo el bosón de Brout-Englert-Higgs, porque en 1964 Higgs por un lado, y Englert junto con su colega Robert Brout por otro, propusieron la existencia del bosón de Higgs de manera independiente. Por desgracia, Brout falleció en el año 2011. De lo contrario, muy probablemente habría recibido un premio que merecía tanto como sus dos colegas.

Si quieres saber más sobre el bosón de Higgs, te recomiendo que leas la entrada que escribí para Hablando de Ciencia cuando se anunció su descubrimiento. O que repases la etiqueta bosón de Higgs en el blog de Francis Villatoro. Ahí te podrás enterar, por ejemplo, por qué el bosón de Higgs se llama así, y no bosón de Brout-Englert-Higgs. O, más difícil todavía, el bosón de Brout-Englert-Higgs-Hagen-Guralnik-Kibble.


jueves, 3 de octubre de 2013

Ya están aquí los Premios Bitácoras 2013

Votar en los Premios Bitacoras.com

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra...y yo me considero una persona muy humana. El año pasado este blog se presentó por primera vez a los Premios Bitácoras 2012, unos de los premios más conocidos de la blogosfera en español, que cuentan con un total de veintiuna categorías distintas, entre ellas la de Mejor Blog de CienciaLos resultados, hay que admitirlo, fueron bastante discretos y para encontrarme en la clasificación final tuve que mirar muy abajo, en el puesto 91. El caso es que ya había olvidado esa cura de humildad cuando el pasado 25 de septiembre se presentaron los Premios Bitácoras 2013, que este año cumplen ya su novena edición. Y como a un servidor le va la marcha, aquí estoy de nuevo, dispuesto a pedir tu voto.

¿Por qué querría alguien votar a La Aventura de la Ciencia como mejor blog de ciencia? Buena pregunta. Si el año pasado los argumentos ya estaban cogidos con pinzas, este año son los mismos...o menos. El tiempo que le puedo dedicar al blog ha caído exponencialmente por varios motivos que no vienen al caso. Esto se traduce en que apenas consigo escribir dos o tres entradas al mes, algo irrisorio. Por otro lado, también es verdad que he tenido algún que otro éxito últimamente, como llegar a la portada de Menéame gracias a esta entrada. Y poco más...(Ya que estamos, señores de Bitácoras, ¿me podrían explicar por qué este blog ocupa el puesto 9.613 de su TOP Bitacoras.com, exactamente la misma posición que tenía cuando lo di de alta hace más de dos años?).

Como la esperanza es lo último que se pierde, voy a explicar a continuación los sencillos pasos que habría que seguir si, por un casual, quisieras votarme:
  1. Regístrate en Bitácoras.com. Si no tienes una cuenta, puedes hacerlo de forma rápida mediante tu usuario de Facebook o Twitter.
  2. Una vez que hayas iniciado la sesión, haz click en este enlace o bien pincha en la imagen que aparece en la barra lateral del blog o más arriba en esta misma entrada. Automáticamente te dirigirá a la página de Bitácoras para las votaciones, con el blog ya añadido en la categoría Mejor Blog de Ciencia.
  3. Que no se te olvide rellenar el captcha que aparece más abajo y haz click en Votar.
Tienes hasta el 15 de noviembre para votar. De los votos de los usuarios saldrán tres finalistas por categoría que serán anunciados la semana del 18 de noviembre. Entre ellos, los miembros del jurado escogerán al ganador de cada una de las categorías, excepto en la de Mejor Blog del Público.

Por cierto, aprovecho para dejar aquí los cinco blogs a los que pienso votar en esta misma categoría, sintiendo mucho dejar fuera a otros que admiro profundamente: 
  1. SCIENTIA de José Manuel López Nicolás.
  2. Eureka de Daniel Marín.
  3. Gaussianos de Miguel Ángel Morales.
  4. Francis (th)E mule Science's News de Francis Villatoro.
  5. El Tercer Precog de Sergio L. Palacios. 
Seguro que el ganador final estará entre ellos.