martes, 7 de febrero de 2017

Vesto Slipher (II): Una vida en el Observatorio Lowell

(Puedes leer la primera parte de su biografía en este enlace)

Percival Lowell explora el universo con su telescopio | Fuente

Cuando Slipher llegó al Observatorio Lowell en 1901, la prioridad del excéntrico millonario era la investigación planetaria. Solo si el tiempo y las circunstancias se lo permitían, Slipher podría dedicarse a sus propias investigaciones, como el estudio de las velocidades de rotación de las nebulosas espirales que ya vimos en la entrada anterior. Lo cierto es que ambos formaron un equipo formidable: Lowell era brillante, impulsivo, con una personalidad arrolladora; Slipher era reflexivo, meticuloso y contaba con un gran conocimiento técnico. Lowell sabía lo que quería y Slipher se lo proporcionaba. Siguiendo sus directrices, Slipher realizó importantes descubrimientos sobre los planetas del sistema solar y el espacio interestelar. Y jugó un papel fundamental en el descubrimiento de Plutón, considerado entonces el noveno planeta del sistema solar.

Una de las primeras tareas asignadas por Lowell fue la determinación del periodo de rotación de Venus. En aquella época, la opinión general era que Venus tardaba alrededor de 23 horas en completar una vuelta alrededor de sí mismo, tomando como referencia unas tenues sombras en la capa de nubes que envuelve al planeta. El primero en medir así el periodo de rotación fue el astrónomo italiano Giovanni Cassini, allá por 1666. Slipher empezó a trabajar en el tema a finales de 1902 y, unos meses más tarde, ya había obtenido varios espectros de Venus que descartaban un periodo de rotación corto, puesto que “un giro tan rápido de 24 horas no habría escapado a la detección”. El cauteloso Slipher dejó ahí el tema; habría que esperar a principios de la década de 1960 para confirmar que el periodo de rotación de Venus es de 243 días. (Curiosamente, Venus tarda 225 días en completar una vuelta alrededor del Sol. Es decir, un 'díaen Venus es más largo que un 'año'.)

Venus, visto por la sonda Mariner 10 en 1974 | Fuente

Venus no fue el único planeta del que obtuvo el periodo de rotación. También en 1903 fue capaz de medir con el espectrógrafo el periodo de rotación de Marte, obteniendo un valor de 25 h 35 min. O, como él mismo admitió, “una hora más que el verdadero periodo”, puesto que desde los tiempos de Christiaan Huygens se sabe que el periodo de rotación de Marte es de 24 h 39 min. En 1911 fue el primer astrónomo en medir el periodo de rotación de Urano, aunque el resultado en esta ocasión no fue demasiado bueno: obtuvo un periodo de 10 h 50 min, cuando el valor aceptado actualmente es 17 h 14 min. Neptuno, en cambio, se resistió a su espectrógrafo, y tras varios intentos en 1912, 1913 y 1921, sus resultados fueron inconcluyentes.

Slipher acometió otros estudios espectrográficos de los planetas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno). Ya en 1907 había obtenido los espectros de estos cuatro planetas, en los que detectó varias líneas espectrales que no fue capaz de identificar. Habría que esperar a 1931 para que el astrónomo Rupert Wildt confirmara que algunas de estas líneas se debían al metano y amoniaco presente en la atmósfera de estos planetas. A petición de Lowell, nuestro astrónomo buscó la presencia de clorofila en Marte, con un resultado negativo que han confirmado investigaciones posteriores.

Los espectros de los planetas exteriores obtenidos por Slipher | Fuente

En 1908 Wilbur Cogshall, el profesor que le recomendó a Lowell, se puso en contacto con Slipher para anunciarle que la Universidad de Indiana podía concederle el doctorado por sus investigaciones en el Observatorio Lowell. Slipher envió el que consideraba hasta entonces “su mejor trabajo con diferencia”, un artículo sobre los espectros de los planetas a modo de tesis. Un año más tarde, Slipher recibió su doctorado sin necesidad de haberse matriculado de nuevo o realizado curso alguno.

Otros importantes descubrimientos de este periodo están relacionados con el espacio estelar. En 1909, tras obtener el espectro de varias estrellas binarias en diversas constelaciones, Slipher se dio cuenta de que las líneas correspondientes al calcio se mantenían estacionarias, mientras que las pertenecientes a otros elementos se desplazaban debido a la rotación de las estrellas. Esto solo podía significar la existencia de calcio en el espacio interestelar, una hipótesis que ya había lanzado el astrónomo alemán Johannes Hartmann en 1904. El problema de Hartmann es que lo publicó en una oscura revista y nunca reivindicó luego su descubrimiento. Cuatro años más tarde, el astrónomo holandés Jacobus Kapteyn sugirió de forma independiente que el espacio interestelar contenía grandes cantidades de gas y predecía que este gas produce lo que llamó “líneas espaciales”, independientes del movimiento de rotación de las propias estrellas. El descubrimiento de Slipher confirmó esta hipótesis.

En 1912, Slipher fijó su atención en el cúmulo de las Pléyades. Allí encontró el espectro de una nube alrededor de la estrella Merope, que resultó ser igual que el de la estrella. Esto podía explicarse asumiendo que “la nebulosa es materia desintegrada parecida a lo que conocemos en el sistema solar, en los anillos de Saturno, cometas, etc. y brilla al reflejar la luz de la estrella.” Slipher había descubierto un nuevo tipo de nebulosas, las nebulosas de reflexión, nubes de polvo que reflejan la luz procedente de una o más estrellas cercanas.


IC 4592, la nebulosa Cabeza de Caballo | Fuente

En 1906, Lowell afirmó que un planeta desconocido, además de Neptuno, provocaba anomalías en la órbita de Urano; Lowel lo bautizó como planeta X. El millonario organizó una intensa búsqueda que, sin embargo, no dio sus frutos y se detuvo con su muerte en 1916. Más de una década después, en 1929, Slipher, por aquel entonces ya director del observatorio, retomó la búsqueda del planeta X y contrató a Clyde Tombaugh, un joven asistente de laboratorio de 24 años. Tombaugh realizó grupos de fotografía del plano del sistema solar -la eclíptica- con una separación de uno a dos semanas y buscó algo que se moviese sobre el fondo de estrellas. Este proceso sistemático obtuvo sus frutos el 18 de febrero de 1930 y confirmó que Plutón se encontraba en una posición cercana a la prevista por Lowell. Aunque Tombaugh creyó haber encontrado por fin el planeta X, la realidad es que Plutón es demasiado pequeño para tener alguna influencia sobre Urano. Décadas después, la sonda espacial Voyager 2 corrigió el cálculo de la masa de Neptuno, eliminando la necesidad del misterioso planeta X. 


Clyde Toumbagh, en faena | Fuente

Después de la muerte de Lowell en 1916, Slipher continuó realizando observaciones espectroscópicas de planetas, cometas, auroras y el cielo nocturno. Dirigió el Observatorio Lowell desde 1926 hasta 1954, donde su mayor éxito fue mantener el observatorio en marcha a pesar de la falta de presupuesto y de personal. Sin embargo, hizo poca ciencia en sus últimas décadas de vida, dedicando su tiempo y energía a la gestión del observatorio y de sus propios negocios. Se retiró el día de su 79 cumpleaños, el 11 de noviembre de 1954. Slipher siguió viviendo en Flagstaff hasta su muerte el 8 de noviembre de 1969, tres días antes de haber cumplido 94 años.


Slipher, con su sucesor Albert G. Wilson, el día de su jubilación | Fuente

Aunque recibió varios prestigiosos premios durante su vida, se puede decir que la figura de Slipher siempre ha estado infravalorada. La prematura muerte de Lowell afectó a su trabajo, pues él mismo carecía de la imaginación para innovar y necesitaba la guía de Lowell. También limitó el presupuesto del observatorio, e impidió la compra de nuevo material con el que competir con los observatorios de California (Monte Wilson y Lick). Edwin Hubble se olvidó de él en su artículo seminal de 1929 donde demostró una relación entre las distancias de las galaxias y su corrimiento al rojo (la hoy famosa ley de Hubble). A todo esto hay que sumar la naturaleza modesta y reservada del propio Slipher. Fue él mismo quien otorgó todo el crédito del descubrimiento de Plutón a su joven asistente; seguramente en otro observatorio más grande las cosas se hubiesen hecho de otra manera. 

Como botón de muestra basta leer el triste obituario (por lo breve) que le dedicó la revista Physics Today en 1970, con pequeño gazapo incluido:

Vesto M. Slipher, director del Observatorio Lowell hasta 1952 [sic], murió el 8 de noviembre a los 93 años. Slipher estuvo en el observatorio desde 1901 y se convirtió en director en 1926. Supervisó el trabajo que llevó al descubrimiento en 1930 de Plutón. Entre los honores recibidos por Slipher destacan el Premio Lalande y la medalla de oro de la Academia de Ciencias de París (1919), la Medalla Draper de la Academia Nacional de Ciencias (1932) y la medalla de oro de la Royal Astronomical Society (1932).

Sin duda, Vesto Slipher se merecía más que eso.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Kragh, Helge. Historia de la cosmología. Crítica, 2008.
  2. Sánchez Ron, José Manuel. El mundo después de la revolución. Pasado & Presente, 2014.
  3. Sing, Simon. Big Bang. Biblioteca Buridán, 2015.
  4. Hoyt, William Graves. Vesto Melvin Slipher 1875-1969. National Academy of Science, 1980.
  5. Tenn, Joseph S. What else did V. M. Slipher do? ASP Conf. Ser. 471 (2013) 235.

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